Ninguna fuente es más valiosa para entender la civilización azteca que la Historia general de las cosas de Nueva España, familiarmente conocida como el Códice Florentino por su ubicación en la Biblioteca Medicea Laurenziana en Florencia. Para esta exposición, el Códice Florentino regresa al Nuevo Mundo por primera vez en más de cuatro siglos.

El códice fue compilado por el fraile franciscano y etnógrafo pionero Bernardino de Sahagún (1499–1590), quien enseñó latín, retórica y teología a jóvenes indígenas que se estaban capacitando para el sacerdocio en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, la primera universidad de las Américas. Trabajando con estudiantes e informantes ancianos indígenas, dirigió un proyecto de 30 años para describir a los aztecas en español y en náhuatl, con el objetivo de crear "un tesoro", según el fraile, "para saber muchas cosas dignas de ser sabidas". Su proyecto etnográfico representa un esfuerzo extraordinario de difundir la fe cristiana a través del entendimiento cultural en vez de la coerción.

El códice está ilustrado con más de 2,400 imágenes que representan la religión, los rituales, la agricultura, el comercio y las artes aztecas. Seis de estas imágenes aparecen abajo.

El nacimiento de Huitzilopochtli

El nacimiento de Huitzilopochtli

Cuando la diosa madre Coatlicue (Falda de serpientes) fue preñada milagro­samente por una pelotilla de pluma, su hija Coyolxauhqui encabezó a sus 400 hermanos en contra de ella. El dios Huitzilopochtli emergió de la matriz de Coatlicue completamente armado, derrotó a sus hermanos y decapitó a Coyolxauhqui, cuyo cuerpo desmembrado cayó a la base del Coatepec (Cerro de Serpientes).

El festival de Toxcatl

El festival de Tóxcatl

Cada primavera un prisionero de guerra, de gran belleza física, era elegido para representar al dios Tezcatlipoca (Espejo humeante). Adorado como deidad, el prisionero era ataviado con vestimentas preciosas, le ofrecían mujeres y sirvientes, y al cabo de un año era sacrificado a este dios.

La leyenda de las Cihuateteo

La leyenda de las Cihuateteo

Se pensaba que las coléricas Cihuateteo, espíritus de las mujeres muertas durante el parto, descendían del cielo nocturno en el día 1 águila para dañar o llevarse a los niños. Las comunidades hacían ofrendas en sus casas, en los templos y en las encrucijadas para apaciguar a los espíritus malignos.

El arte de la plumaria

El arte de la plumaria

La plumaria fue un arte muy apreciado, llevado a cabo por un grupo especializado. Los maestros amanteca (artesanos de la pluma) usaban plumas exóticas de quetzal y de guacamaya escarlata, importadas de las regiones tropicales sureñas, para adornar escudos y estandartes. Los tocados y ornamentos emplumados fueron símbolos de estatus, portados por los gober­nantes en las ceremonias.

El arte de la orfebreria

El arte de la orfebreria

Las elaboradas joyas y vasijas reservadas para la nobleza azteca eran fundidas en oro usando moldes de arcilla cubiertos con cera de abeja mezclada con copal. Los objetos creados con esta sofisticada técnica conocida como cera perdida, llamaron la atención de los conquistador­es españoles que buscaban el legendario tesoro de Motecuhzoma II.

La muerte de Motecuhzoma II

La muerte de Motecuhzoma II

El último libro del códice ilustra la muerte de Motecuhzoma II el día 30 de junio de 1520. El grado de responsabilidad española en este evento permanece ambiguo. Según el texto en náhuatl, después de que los españoles arrojaron el cadáver del emperador a un canal, su cuerpo fue encontrado y quemado sin ceremonia sobre una hoguera.